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Tercera Hora - Las 24 Horas de la Pasión - Luisa Picarreta. Material publicado en el sitio you tube por usuario Luisa PicarretaMás
Tercera Hora - Las 24 Horas de la Pasión - Luisa Picarreta.
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Germen
Hermosas contemplaciones, llenas de unción, ternura y cariño a Jesús y a la Santísima Virgen. Te ayudarán a orar, a acompañalos y darles tu amor y tu consuelo.
La Cena Legal De las 7 a las 8 de la noche
TERCERA HORA
Oh Jesús, ya llegas al Cenáculo con tus amados discípulos y te pones a la mesa con
ellos. Qué dulzura, qué afabilidad muestras en toda tu Persona al abajarte a tomar por
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Hermosas contemplaciones, llenas de unción, ternura y cariño a Jesús y a la Santísima Virgen. Te ayudarán a orar, a acompañalos y darles tu amor y tu consuelo.

La Cena Legal De las 7 a las 8 de la noche
TERCERA HORA

Oh Jesús, ya llegas al Cenáculo con tus amados discípulos y te pones a la mesa con
ellos. Qué dulzura, qué afabilidad muestras en toda tu Persona al abajarte a tomar por
última vez el alimento material. Aquí todo es amor en ti, y también en esto no sólo
reparas por los pecados de gula sino que nos obtienes también la santificación del
alimento; y de igual modo que éste se convierte en fuerza, así nos obtienes la santidad
hasta en las cosas más bajas y más corrientes.

Jesús, vida mía, tu mirada dulce y penetrante parece escrutar a todos los Apóstoles; y
aún en ese acto de tomar el alimento, tu corazón queda traspasado viendo a tus
amados Apóstoles débiles y vacilantes todavía, sobre todo el pérfido Judas, que ya ha
puesto un pie en el infierno. Y Tú desde el fondo de tu corazón amargamente dices:
"¿Cuál es la utilidad de mi Sangre? ¡He ahí un alma, tan beneficiada por Mí: está
perdida!" Y con tus ojos resplandecientes de luz lo miras, como queriendo hacerle
comprender el gran mal cometido. Pero tu suprema caridad te hace soportar este dolor
y no lo manifiestas ni siquiera a tus amados Apóstoles...

Y mientras sufres por Judas, tu corazón querría llenarse de alegría viendo a tu
izquierda a tu amado discípulo Juan, tanto que, no pudiendo contener más el amor,
atrayéndolo dulcemente a ti le haces apoyar su cabeza sobre tu corazón, haciéndole
probar el Paraíso por adelantado.

Es en esta hora solemne cuando en los discípulos son representados dos pueblos, el
réprobo y el elegido. El réprobo en Judas, que ya siente el infierno en el corazón, y el
elegido en Juan, que en ti reposa y goza.

Oh dulce Bien mío, también yo me pongo a tu lado y junto con tu discípulo amado
quiero apoyar mi cabeza cansada sobre tu corazón adorable y rogarte que a mí
también me hagas sentir sobre esta tierra las delicias del Cielo, y así la tierra ya no sea
más tierra para mí sino Cielo, raptada por las dulces armonías de tu corazón...

Pero estas armonías dulcísimas y divinas siento que se te escapan dolorosos latidos:
¡Son por las almas que se perderán! Haz que tu palpitar corriendo en el suyo les haga
sentir los latidos de la vida del Cielo como los siente tu amado discípulo Juan y que
atraídas por la suavidad y la dulzura de tu amor puedan rendirse todas a ti.

Oh Jesús, mientras me quedo en tu corazón dame también a mí el alimento como se lo
diste a los Apóstoles: El alimento de la Divina Voluntad, el alimento del amor, el
alimento de la Palabra divina. Y jamás, oh Jesús mío, me niegues este alimento que
tanto deseas Tú darme, de modo que forme en mí tu misma vida.

Dulce Bien mío, mientras me estoy tu lado veo que el alimento que tomas con tus
amados discípulos no es sino un cordero. Es el cordero que te representa, y como en
este cordero no queda ningún humor vital por la acción del fuego, así Tú, místico
cordero, que por las criaturas debes consumirte todo por fuerza de amor, ni siquiera
una gota de tu sangre conservarás para ti, derramándola toda por amor a nosotros.

Nada hace Tú que no represente a lo vivo tu dolorosísima Pasión, la que tienes
siempre en la mente, en el corazón, en todo, y así me enseñas que si yo tuviera
también siempre en la mente y en el corazón el pensamiento de tu Pasión, jamás me
negarías el alimento de tu amor.

¡Cuánto te doy las gracias, oh Jesús mío! Ningún acto se te pasa en que no me tengas
presente y con el que no pretendas hacerme un bien especial, por eso te ruego que tu
Pasión esté siempre en mi mente, en mi corazón, en mis miradas, en mis pasos, en mis
obras, a fin de que a dondequiera que me dirija, dentro y fuera de mí te encuentre
siempre presente para mí, y dame la gracia de que no olvide jamás lo que Tú sufriste y
padeciste por mí. Esto sea para mí como un imán que atrayendo todo mi ser a ti, haga
que no pueda nunca jamás alejarme de ti.
🙏 🙏