Irapuato
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el 17 de junio SANTORAL

-San Gregorio Barbarigo, obispo. 1625-1697. Gregorio nació en Venecia el 16 de septiembre de 1625 de noble familia originaria de Istria. Su padre, Gianfrancesco, fue para él un auténtico maestro de vida y de ciencia y hasta de espiritualidad, y de él aprendió la costumbre de rezar todos los días el oficio de la Virgen. Veneciano de una gran familia senatorial, muy pronto quedó huérfano de madre, y su padre cuidó de darle una esmeradísima educación. Aún no tenía veinte años cuando acompañó al embajador Contarini al congreso de Munster, y allí conoció al nuncio de la Santa Sede, Fabio Chigi, quien influyó mucho en él.
A su regreso fue magistrado, pero le atraía la vida religiosa y estuvo a punto de hacerse carmelita, hasta que decidió ingresar en el clero secular e inició sus estudios en Padua. En 1655 era sacerdote, y enseguida le llamó a Roma su consejero de Munster, que era ahora el Papa Alejandro VII.
Nombrado obispo de Bérgamo, encontró una diócesis muy abandonada, que transformó por completo con su ejemplo de austeridad, la fundación de un seminario y la solicitud con que atendía a su grey. Más tarde, siendo ya cardenal, pasó a obispo de Padua, lugar de proverbial relajación de costumbres, donde repitió en mayor escala la labor reformista inspirada en san Carlos Borromeo.
Obispo popularmente famoso por el caudal de limosnas que repartía y por la severidad con que reprimió abusos ya muy antiguos (tuvo que meter en cintura a muchas monjas y cerrar los locutorios de los conventos en los días de carnaval), hizo frente a varias rebeliones de canónigos, le dispararon pistoletazos y un párroco fijó en lugares públicos una violenta sátira contra él. Como se ve, no siempre los prelados que aplicaban las normas de Trento gozaban del beneplácito general. Murió con merecidísima fama de santo y fue canonizado en 1960.

-San Hervé, s. VI.

-Doscientos sesenta y dos mártires, Roma.

-San Montano, mártir, Terracina (Italia), s. II. Soldado, en Terracina; el cual después de muchos tormentos alcanzó la corona del martirio en tiempo del Emperador Adriano y del cónsul Leoncio.

-Santos Nicandro y Marciano, mártires, Venafro (Italia), 173. Los cuales fueron degollados en la persecución de Maximiano.

-Santos Manuel, Sabel e Imaël, hermanos mártires, trataban en Calcedonia y Bitinia de concertar, a nombre del Rey de los persas, un acuerdo de paz con el emperador Juliano el Apóstata, que los había recibido muy honoríficamente. Aunque de padre parsi, eran hijos de una madre hondamente cristiana y habían sido formados sólidamente en la fe por su preceptor Eunoico.
Contra todo derecho, los tres hermanos, que destacaban por el testimonio cristiano de su vida, se ven envueltos en la psicosis persecutoria ocasionada por el incendio del templo apolíneo del dios Sol. Por proclamarse cristianos, son decapitados el 17 de junio del año 326.

-Santos Isauro diácono, Inocencio, Félix, Jeremías y Peregrino, mártires, Valona (Albania). Atenienses, en Apolonia de Macedonia; los cuales, por órden del tribuno Triponcio, después de crueles tormentos, fueron degollados.

-San Himerio, obispo de Amelia (Italia), 500.

-San Gondulfo, obispo de Bourges (Francia) s. VI.

-San Avito, abad. Orleáns (Francia), 530.

-San Hipacio, confesor, Frigia, 452.

-San Besaración, anacoreta, s. VI.

-Santa Emilia de Vialar, Virgen. Santa Emilia de Vialar, nació en 1797 a Gaillac (Francia). En el 1832 fundó en su ciudad, una Congregación misionera: las hermanas de San José de la Aparición. Este nombre evoca la aparición del Angel a San José, relatada en Mt 1, 20-24. Las hermanas de esta Congregación se esfuerzan, como San José, de contribuir a la realizaciòn del Plan salvador de Dios para la humanidad, testimoniando que Dios ha amado tanto al mundo que le ha entregado a su propio Hijo. Murió en Marsella en 1856, y fué canonizada en 1951.

-San Nectan.

-Beato Pedro de Pisa.

-Santa Juana de Lestonnac (Burdeos, 1556-id., 1640) Sobrina de Montaigne, al enviudar en 1595, después de 24 años de matrimonio, fundó la compañía de religiosas de Nuestra Señora (1607), dedicada a la educación de las jóvenes. Fue canonizada en 1949.

-San Heberto, (siglo VI) Vivió como ermitaño en Bretaña, Francia, y se cuenta que domesticó al lobo que había matado a su asno. Se piensa que el monasterio de Lanhouarneau fue fundado por San Heberto.

San Pedro Da (+1862). Maderero y sacristán, este mártir de la fe en Vietnam, sufrió los más atroces tormentos para ser finalmente arrojado a las llamas bajo el imperio de TuDuc.

-San Rainerio, trovador, Pisa (Italia), (+1160) Nació en Pisa, Italia y en esa misma ciudad terminó sus días. Fue un trovador renombrado que gustaba cantar en los castillos acompañado de la viola, y llevaba una vida desordenada.
Gracias aun ermitaño que rezó intensamente por él, Rainiero recibió la gracia de la conversión. Durante un tiempo se hizo mercader para ganar dinero y poder visitar los Santos Lugares. Se alistó como galeote en el barco que lo conduciría a Tierra Santa y era tan alegre que a sus compañeros se les hizo corta la travesía.
De regreso a Pisa, Rainiero se hizo canónigo regular y se estableció en el monasterio de San Guido, donde toda su vida siguió repartiendo alegría y buenos consejos a la gente de la ciudad. Sus reliquias se encuentran en la catedral de Pisa.

-Santa María, llamada la Dolorosa, virgen y mártir. Nacida en una aldea cerca de Bruselas, vivió reclusa desde sus tiernos años. Condenada injustamente por un robo cometido por un joven licencioso que quiso abusar de su virtud, sufrió en el cadalso la pena capital, 1294.

-Beato Pablo Burali D'Arezzo, Obispo y Confesoro, arzobispo y cardenal de Nápoles. Compañero de noviciado de San Andrés Avelino, profesó entre los teatinos en 1558. Fue uno de los predicadores de más fama en toda Italia, y estimado de San Carlos Borromeo. Superior del convento de su congregación en Nápoles, Pío V le dió el capelo cardenalicio y la mitra de Plasencia, y Gregorio XIII le trasladó a Nápoles. Falleció en 1578.

-Santa Teresa, reina de Portugal, (1175-1250). Mujer de don Alonso IX de León y de Dª. Dulce de Aragón. Monja cisterciense en San Benito de Lorbaño, cerca de Coimbra. se casó con su primo, el rey Alfonso IX de León. Tras varios años de feliz vida marital (y varias hijas), el matrimonio fue declarado nulo por el parentesco demasiado estrecho entre ella y Alfonso y no haber recibido las dispensaciones apropiadas. Alfonso se casó con doña Berenguela, la madre de Fernando III el Santo.
Teresa volvió al monasterio cisterciense de San Benito de Lorbao, próximo a Coimbra. Allí se entregó a la práctica de todas las virtudes hasta su muerte, en gran ancianidad, el 17 de junio de 1250.
Fue enterrada en su mismo monasterio, junto a la tumba que ella había dispuesto veinte años antes para su santa hermana Sancha, virgen clarisa, fundadora del convento de Santa María de las Cellas.
Teresa pudo fácilmente haber guardado rencor, no lo hizo así. Con su ayuda se alcanzó un acuerdo pacífico.
Guardar rencor es como montar en bicicleta con una piedra en el zapato. A veces se va para un lado, pero la mayoría de las veces hace que cada pedalada sea miserable.
Lo peor de los rencores es la amargura que crean en nuestra alma. A menudo la persona a la que guardamos rencor ni siquiera sabe que estemos molestos y enfurecidos con ella. Acabamos por gastar extraordinarias cantidades de tiempo labrando y planeando nuestra venganza, para acabar descubriendo que la venganza nunca es tan dulce como creemos que lo va a ser. Si mantienes rencor contra alguien o contra algo, ahora es el momento de sacarte la piedra del zapato. Tienes la garantía de que te sentirás mejor y camina

-Santa Sancha, reina de Portugal, Clarisa en Santa María de las Cellas, Coimbra, s. XII.

-San Alberto Chmielowski, nació en Igolomia, cerca de Cracovia (Polonia), el 20 de agosto de 1845, de padres nobles: Adalberto y Josefina Borzyslawska. Creció en un clima de ideales patrióticos, de una profunda fe en Dios y de amor cristiano hacia los pobres. Quedó huérfano muy pronto y sus familiares se hicieron cargo de él y de los demás hermanos, ocupándose de su formación.
Murió, de cáncer de estómago, el día de Navidad de 1916 en Cracovia, en el asilo por él fundado, pobre entre los pobres. Antes de su muerte dijo a los hermanos y hermanas, señalando a la Virgen de Czestochowa: «Esta Virgen es vuestra fundadora, recordadlo». Y: «Ante todo, observad la pobreza». Su entera dedicación a Dios mediante el servicio a los más necesitados, su pobreza evangélica a imitación de San Francisco de Asís, su filial confianza en la divina Providencia, su espíritu de oración y su unión con Dios en el trabajo de cada día son la herencia que ha dejado el hermano Alberto a sus hijos e hijas espirituales. Enseñó a todos con el ejemplo de su vida que «es necesario ser buenos como el pan, que está en la mesa, y que cada cual puede tomar para satisfacer el hambre».
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